viernes, octubre 27, 2006

El enemigo toma la iniciativa: la revolución pasiva....continuaciòn del texto anterior..........el enemigo tomò la iniciativa


Le pedimos perdon a los compañeros que se puedan sentir aludidos, pero los terceristas como desmitificaresmos a continuaciòn son los agentes del neoliberalismo en el partido socialista de chile y su juventud.

La Tercera Vía en América Latina y el "Consenso de Buenos Aires"
Massimo Modonesi

La Tercera Vía es un típico producto europeo, de buena factura, para gustos refinados, con todos los elementos para crear un estilo, una tendencia o una "moda". Un proyecto político para uso interno y para la exportación.
La tercerismo –como posición política- se asentó en Europa desde el principio de la guerra fría en la búsqueda de una alternativa al capitalismo norteamericano y el socialismo burocrático del bloque soviético. De esta tensión surgieron experiencias muy diversas, en la práctica como en la teoría, generalmente de corte socialdemócrata, democristiano o socialcristiano. Limitándonos al campo de la izquierda el tercerismo recorrió la historia europea de la segunda mitad del siglo, desde el laborismo británico y Lord Beveridge, pasando por los Estados de Bienestar en Escandinavia y Olof Palme, Bad Godesberg y Willy Brandt, hasta el socialismo mediterráneo de F. González, F. Mitterand, B. Craxi y A. Papandreu.
Hasta manifestarse, en los años ochenta, en la izquierda comunista con el "eurocomunismo" de E. Berlinguer, G. Marchais y S. Carrillo. Si bien América Latina y Africa conocieron variantes del tercerismo en los populismos y los reformismos militares, nunca como en Europa la búsqueda de una alternativa al bipolarismo fue tan profunda y característica.
Un elemento de estos tentativos, que hoy se reproduce en la Tercera Vía actual es su tendencia universal. Como siempre Europa trata de recuperar, o niega haber perdido, el rostro civilizador de los siglos pasados. Desde la práctica política del gobierno de Blair y las variantes continentales hasta las teorizaciones de Giddens, la Tercera Vía quiere ser universal, irradiando desde Europa la sabia moderación y el justo equilibrio de sus planteamientos.
Otro punto que permite mantener el hilo rojo histórico es el carácter de "síntesis" de la propuesta tercerista, la cual dificilmente puede concebirse como fórmula original sino que se alimenta de los polos contrapuestos que identifica como sus antagonistas. En política, por obvias razones, ninguna síntesis es perfectamente equilibrada y neutral y la Tercera Vía de Blair y Giddens confirma y refuerza la regla. Eso es cierto porque el tercerismo es siempre el producto de una mutada correlación de fuerzas, de la cual derivan una corrección de línea política y un ajuste ideológico. Una hipótesis por demostrar iría hasta decir que el tercerismo europeo, en cada momento de su expresión, fue el reflejo de un retroceso o una derrota de la izquierda. Lo que si parece evidente es que la Tercera Vía contemporánea no se puede entender sin tomar en cuenta la derrota política e ideológica de los años setenta y el advenimiento del neoliberalismo en los años ochenta.
Para revisar la versión tercerista más reciente es necesario considerar los planteamientos originales, tener en cuenta, como parámetros, los postulados de Blair y Giddens, en sus respectivos campos, pero rastrear el tercerismo más allá de la adhesión explícita a la Tercera Vía. Porque esta propuesta política se manifiesta y aplica, en Europa, más allá del gobierno laborista en Gran Bretaña o del gobierno socialdemócrata de Schroeder, quien -por cierto- es más sincero y define su proyecto como centrista.
Esta aclaración -que se podría demostrar en Europa comparando los programas y las políticas de los distintos partidos socialdemócratas- es fundamental para tratar de rastrear la influencia de la Tercera Vía en América Latina.
La Tercera Vía en América Latina Todavía está por hacerse la cartografía de los terceristas latinoamericanos, aparentemente muy pocos políticos y ninguna organización de izquierda se definen explicitamente como tales. Eso se debe a una cuestión crucial de este tipo de propuesta. Sin bien por un lado juega la fascinación hacia Europa y su idealizado sistema socio-político, por el otro entra el elemento de la oportunidad política. La Tercera Vía en Europa mostró rapidamente sus límites, sembrando descontento y decepción, mientras florecía la polémica intelectual y se multiplicaban los críticos. En estas circunstancias, frente a un proyecto que en su aplicación más coherente, en el gobierno laborista de Blair, no convenció y se dirige a una probable derrota electoral, los demás partidos socialdemócratas en Europa como en el resto del mundo prefirieron no casarse con una fórmula y gozar de mayor libertad discursiva e ideológica. Porque no era ni es necesario, en la lógica del pragmatismo, asumir postulados definidos sino que resulta más adecuado jugar con la ambigüedad. Sería absurdo además que pragmáticos que buscan ser ambiguos sin parecer tales asumieran postulados que se han revelado y han sido denunciado como ambiguos. Es aquí, como lo veremos más adelante, donde empatan el tercerismo confeso y el de closet: en el pragmatismo y la ambigüedad.
Sin duda la Tercera Vía recorre América Latina y se filtra entre políticos e intelectuales. En general las organizaciones políticas, a causa de los equilibrios internos, no se pronunciaron claramente sobre el tema. El PT de Brasil es una excepción notable porque, en el documento político aprobado en su más reciente congreso, sancionó su rechazo con las siguientes palabras: La crisis hizo que surgieran operaciones de maquillaje del neoliberalismo, como la llamada Tercera Vía de Blair y Clinton. Esta postura conformista y conservadora parte de la falsa premisa de que ya no es posible impulsar políticas de crecimiento con inclusión social y pleno empleo(...) Las izquierdas, inclusive sectores de la socialdemocracia, hoy denuncian y rechazan estas tesis. En Brasil, donde la exclusión social fue y es la regla, la Tercera Vía aparece con su cara más grotesca".
Una manifestación transversal del tercerismo latinoamericano es sin duda el intento de formar una corriente político intelectual por parte de dos académicos: el mexicano Jorge G.
Castañeda y el brasileño Roberto Mangabeira. Jorge Castañeda ya desde la Utopía desarmada venía teorizando la nueva socialdemocracia latinoamericana, la socialdemocratización finalmente realizada de la región. Las líneas políticas propuestas por Castañeda en este polémico libro corresponden a la versión latinoamericana -ante litteram- de la Tercera V&iacutte;a, condimentada con las dosis de nacionalismo y de énfasis social que corresponden al caso. Castañeda, junto con Mangabeira, ha sido el promotor de una iniciativa que esclarece el carácter semi subterráneo del tercerismo en América Latina. A lo largo de una serie de reuniones los dos intelectuales lograron aglutinar una serie de políticos latinoamericanos provenientes de muy distintas corrientes: neo conservadurismo, centro democrático, nacionalismo de izquierda, neo populismo, socialismo democrático, socialdemocracia tradicional. En el prefacio del "Consenso de Buenos Aires", el manifiesto político de esta corriente, se aclara que estos personajes simplemente asistieron a las reuniones y no pueden ser considerados todos firmantes del documento, así que habrá que limitarse a constatar un interés más que una adhesión. Lo que queremos destacar aquí son los rasgos generales de las propuestas contenidas en este manifiesto así como su potencial influencia en la definición de la izquierda latinoamericana.
El "Consenso de Buenos Aires" Este documento puede ser concebido como el manifiesto del tercerismo en América Latina, aún cuando rechaza esta caracterización. De hecho el rechazo está muy mal sustentado porque, cuando en todo el documento se plantea la superación del neoliberalismo y del autoritarismo desarrollista, se afirma que no se propone "una tercera vía porque no existe una segunda", refiriéndose a la hegemonía neoliberal y a la ausencia de una alternativa, lo cual desplaza la cuestión de su sentido original. Así que, más allá de esta referencia, el planteamiento del Consenso reproduce implicitamente y reiteradamente la definición de la Tercera Vía entre el neoliberalismo y la socialdemocracia tradicional (populismo- desarrollismo en el caso latinoamericano) avanzada por Giddens.
Las afinidades van más allá y abarcan la lógica general de este manifiesto. En primer lugar el proyecto presupone una alianza política entre el centro y la izquierda que permitiera romper la alianza de centro derecha que sustentó el neoliberalismo, mientras que está completamente ausente una reflexión en términos de los contornos sociales de esta alianza, asumiendo implicitamente y fideisticamente que planteamientos razonables encontrarán la adhesión de las mayorías.
Recita el texto: La tarea del centro es darle expresión transformadora a la inconformidad de la clase media; y defender la generalización de la meritocracia en la vida social, por su parte, la misión de la izquierda consiste en confrontar la desigualdad al combatir el dualismo, mediante la profundización de la democracia.
En segundo lugar, el Consenso reproduce los mismos lugares comunes politically correct, verdades inquestionables, que caracterizan también los documentos de Blair y Giddens: reconoce la magnitud de la desigualdad y la injusticia que se vive en América Latina y reitera el compromiso social que debe acompañar cualquier proyecto de gobierno. Se asume además que, a pesar de su carácter actual, la coyuntura histórica ofrece grandes posibilidades para avanzar un proyecto transformador. En el horizonte de la transformación sesgada artificialmente al marco acotado de lo "posible en las condiciones actuales" es donde se percibe claramente el sesgo conservador de esta propuesta. Si bien los autores se declaran contra el neoliberalismo y sus excesos, se definen como defensores de la "economía de mercado" y argumentan que no se trata solamente de "humanizar el neoliberalismo" sino de avanzar un "enfoque alternativo": la "democratización de la economía de mercado". Asistimos aquí a una típica formulación del "pensamiento único", en donde se restringe la noción de neoliberalismo a sus rasgos más ásperos, superficiales y coyunturales y se asume como alternativa un simple correctivo. Sin ahondar en una polémica conceptual que es evidente y conocida, es necesario subrayar cómo de esta operación ideológica se desprendería el carácter transformador, la legitimidad y el sesgo de izquierda de esta postura política.
Por otro lado, encontramos en el Consenso de Buenos Aires la reivindicación de la Política y del papel del poder público, como "voluntad deliberada" y "capacidad de modelar el futuro". La concepción básica del documento se encuentra resumida en estos párrafos: Proponemos un desarrollo democratizador, que descanse en la reorganización y en el refinanciamiento de un Estado actuante y provisto de amplios recursos, capaz de invertir en los individuos, y de convertirse en un impulsor vigoroso y útil de la iniciativa privada, sobre todo de las pequeñas y medianas empresas; en la lucha contra el rígido y trágico dualismo entre las vanguardias y retaguardias económicas y sociales que escinde a todos nuestros países; y en una profundización de la democracia mediante reformas institucionales que favorezcan la puesta en práctica de los cambios estructurales requeridos y que generen, en el día a día de la vida cívica y social un auténtico choque libertario. (...) Tanto este último como la pobreza hoy tienen que medirse no sólo por la carencia de ingresos, sino principalmente por la falta de oportunidades básicas para el desarrollo de cada persona. (...) El mercado debe ser el principal asignador de recursos, pero corresponde al Estado crear las condiciones para que las necesidades de los más pobres puedan convertirse en demandas solventes que puedan ser procesadas por éste.
Si bien estas afirmaciones son lo suficientemente claras, es necesario subrayar una serie de postulados que se desprenden de ellas y sobre los cuales mucho se ha discutido desde posturas críticas. Además de un tono claramente economicista, se encuentra la idea de la igualdad de oportunidades que substituye la igualdad de derechos, pilar del razonamiento neoliberal más refinado, a la cual subyacen la idea de competencia, de movilidad social y de selección social a paridad de condiciones de partida. La igualdad de oportunidades se instrumentaría a partir de la educación, más allá de la cual cada ciudadano será abandonado a su destino. En segundo lugar se plantea el carácter residual de la intervención del Estado frente al papel del mercado como regulador socio-económico, como forma de compensación y garantía de gobernabilidad. En tercer lugar, como corollario del punto anterior, se sanciona el papel funcional que debe cumplir el Estado en favor del mercado.
La última frase del párrafo citado es lapidaria en cuanto a la lógica mercadocéntrica, donde, tras un lenguaje tecnocrático, se afirma que el Estado debería hacer de los pobres unos consumidores.
Siguiendo el documento, el instrumento fundamental para sustentar esta redefinición del papel del Estado y su supuesto fortalecimiento sería la fiscalidad.
Pero, para garantizar los niveles de ahorro y de acumulación, se plantea la centralidad del impuesto sobre el consumo -cuyo "sesgo regresivo puede ser compensado con creces por el efecto redistributivo del gasto social"- sobre el patrimonio no productivo, de la ampliación de la base contributiva y la lucha contra la evasión fiscal. La aplicación de estas propuestas no sólo no atañe las bases de la desigualdad sino que podría incluso ahondarlas. La preocupación por el ahorro, la creación de capital local, lleva también a festejar las reformas de los sistemas de previsión social en dirección de la formación de un "ahorro obligatorio" sin ninguna reflexión sobre sus reflejos sociales y las perspectivas para los trabajadores. El descuido de los intereses de los trabajadores se refleja también en los párrafo ligados a la cuestión de los salarios y la flexibilidad donde se mantiene un nivel tal de ambigüedad que facilmente puede leerse como un respaldo al contenimiento salarial y la flexibilización del trabajo en curso. La misma ambigüedad se refleja en el rubro dedicado a las privatizaciones, donde se ponen como únicas condiciones la transparencia, una hipotética reversibilidad o nueva creación de paraestatales y una estrategia de liberalización regulada mediante leyes antimonopólicas, en una perspectiva de auténtico libre mercado.
Por otro lado, el vacío de conceptualizaciones y de propuestas a nivel de política internacional es particularmente sensible y sintomático, aún cuando se mencionan de paso la idea de regulación del capital especulativo y el eje estratégico de una integración regional que no sea simplemente comercial sino que se funde también en la solidaridad social.
El eje conductor de la propuesta integrada en el Consenso de Buenos Aires radica en la idea de democratización. Alrededor de esta bandera se centran gran parte de las apuestas de los autores, como rasgo fuerte y definitorio del nuevo centro izquierda latinoamericano. Más allá de un uso retórico ligado a una supuesta y indefinida democratización de la economía y el mercado, la concepción de democracia que se desprende del documento no rebasa el terreno institucional y procedimental: "el fortalecimiento de la democracia pasa por innovaciones institucionales". Financiamiento público, acceso a los medios de comunicación, austeridad y transparencia en las campañas, mecanismos de rendición de cuentas, lucha contra la corrupción, vigilancia judicial contra los abusos de poder y reforma del presidencialismo son algunas de las vertientes de esta "ingeniería institucional".
Por otro lado se mencionan algunos mecanismos participativos como la revocación de mandatos y el referéndum por iniciativa ciudadana, sin darles un valor ni una importancia particular.
El "choque libertario", que es el planteamiento final del Consenso, se sustenta en una participación creciente de la ciudadanía y en el protagonismo de la sociedad civíl, entendida como un conjunto de luchas por la conquista y la defensa de derechos: La última propuesta de este programa político consiste en dar un choque libertario en la base de la vida nacional, o si se prefiere, provocar largos y continuos estallidos de la sociedad civil que les permitan a los ciudadanos desamparados de América latina conocer sus derechos y defenderlos.
Evidentemente la idea de "estallidos" choca con el reformismo y el la visión linear y armónica de progreso que se desprende del documento. La sociedad civil, en el Consenso de Buenos Aires, se presenta, con una valoración positiva, multifácetica y fragmentada, sumergida en una serie de luchas parciales, como un cuerpo sano que encuentra su momento unitario en el enfrentamiento con el poder en defensa de la libertad y la justicia, olvidando todos los conflictos que lo atraviesan y lo enfrentan. En ausencia de un análisis social que permita profundizar más allá del mito unificador y simplificador de la sociedad civil, la visión expresada por el documento reproduce el esquema neoliberal. Si el centro-izquierda tercerista reconoce el valor de las luchas ciudadanas en América Latina en contra del poder político, al mismo tiempo no se pone en ningún momento el problema de poder y de su desigual distribución al interior de la sociedad. Así no solamente se expulsa la idea de lucha de clases sino la noción misma de conflicto alrededor de la apropiación de la riqueza.
A manera de conclusión No es necesario ahondar en la crítica a las ideas vertidas en el Consenso de Buenos Aires en la medida en que evocan los argumentos que, a lo largo de más de dos décadas, se esgrimieron en contra del neoliberalismo. El tono, el vocabulario, los énfasis, las tesis y los argumentos no se diferencian de la retórica más suave y moderada que se escucha en tiempos recientes en los centros ideológicos del neoliberalismo: BM, FMI, OCDE, Davos, etc.... Lo que puede llevar a pensar que el tercerismo es la nueva versión del neoliberalismo, el instrumento de la consolidación, cuando a la derecha dura y pura tocó llevar a cabo la etapa de la ofensiva; o que existe una ola de reformas que pueden implementarse solamente bajo gobiernos "progresistas". La lectura del Consenso de Buenos Aires llevó además a reproducir los argumentos de los críticos de la Tercera Vía europea, considerada una variante del neoliberalismo, la pata izquierda de un modelo de dominación excluyente y polarizador. Lo que nos dice el Consenso es que el tercerismo encuentra sus defensores en América Latina, organiza encuentros, reúne políticos e intelectuales, redacta y hace circular documentos y manifiestos. No hay que pensar que la Tercera Vía con nombre y apellido logre tomar ciudadanía latinoamericana, pero lo que es cierto es que el tercerismo -siendo expresión y racionalización de un sentido común conservador, de la derrota pasada y la subalternidad presente de gran parte de la izquierda- encuentra en América Latina las condiciones para asentar sus postulados. Si la lista de los participantes a los encuentros promovidos por Castañeda y Mangabeira coincidiera con la adhesión al documento, mañana podrían eventualmente gobernar -además de la Alianza en Argentina, el Partido Socialista en Chile- el PT en Brasil, el FMLN en El Salvador, el PRD en México, los sandinistas en Nicaragua, la URNG en Guatemala y el Frente Amplio en Uruguay, sin que esto garantizara un avance de la izquierda. Más bien sancionaría su desdibujamiento a nivel partidario dejando para uso exclusivo de la lucha extraparlamentaria las banderas de la transformación y de la crítica radical de lo existente. Indudablemente la Tercera Vía y el Consenso de Buenos Aires plantean un problema de definición de la izquierda latinoamericana y abren, en este amplio espacio político que comprende organizaciones y sensibilidades individuales, un debate histórico a partir del cual se definirán las modalidades y los rumbos que asumirá la resistencia al neoliberalismo en el próximo siglo.

El pOdEr Y La hEgEmOnìA

Apuntes sobre la teoría marxista:
El poder y la hegemonía
Néstor Kohan
Periódico Madres de Plaza de Mayo N°6, diciembre 2003 - Rebelión
21 de diciembre del 2003

¿Cómo domina la clase dominante? Ésa es la pregunta del millón. Todos los lectores y las lectoras del periódico de las Madres saben que el capitalismo es un sistema de poder, explotación y dominación. No hay que aclarar nada. Se sufre en carne propia todos los días. Nuestra dolorosa historia nacional constituye una prueba irrefutable en ese sentido. Pero lo que resulta un tanto más complejo es descifrar el jeroglífico de las formas concretas a través de las cuales se reproduce cotidianamente el capital y se ejerce ese poder en cada coyuntura. Cuando se trata de resolver ese enigma aparecen nuestros dolores de cabeza.Que no son pocos...

El modelo político de El Manifiesto Comunista

A la hora de analizar el capitalismo, Carlos Marx, como un detective con una lupa, hizo observable y tradujo al terreno de la teoría política aquella terrible realidad que vivían y padecían los trabajadores de su época. Toda la sociedad se divide en explotadores y explotados. Toda la historia de la sociedad no es más, sentenció Marx, que la historia de la lucha de clases.
Esclavistas y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos de la gleba, burgueses y proletarios. Esa polarización clasista divide en dos el conjunto de la historia de la sociedad.
Si bien la genealogía de la lucha tiene milenios en su espalda, Marx no dudó en identificar dos gran actores de ese drama moderno: la burguesía y el proletariado.
El Estado era, según el autor de El Manifiesto, una maquinaria de guerra del capital contra el trabajo, de los opresores contra los oprimidos.
Por su simplicidad, este modelo de análisis político hizo historia y penetró en el corazón de miles y miles de militantes en todo el mundo. No había que romperse la cabeza para comprenderlo. Estaban "ellos" y estábamos "nosotros". Un polo y el otro. Blanco y negro. Claro, limpio, transparente.

El modelo político de El 18 Brumario de Luis Bonaparte

Pero cuando Marx se dispuso a analizar una sociedad puntual, como fue el caso de la Francia que había sido conmovida por el golpe de Estado de Luis Bonaparte en diciembre de 1851, tras la derrota de la insurrección de 1848, elaboró un análisis mucho más complejo. La lucha de clases marca blanco sobre negro, sí, pero viene acompañada por una variada gama de grises que en las afiebradas líneas de El Manifiesto no aparecían en primer plano.
Además de estos dos grandes personajes -la burguesía y el proletariado- Marx distingue en la formación social francesa toda una gama de segmentos sociales que también forman parte de la lucha de clases. Además, da cuenta del fraccionamiento que la burguesía sufre en medio de la lucha política. No es lo mismo, nos advierte Marx, la fracción burguesa dedicada a los negocios financieros, que la burguesía industrial. Y ninguna de estas dos fracciones es idéntica a la burguesía terrateniente. Entre los diversos fraccionamientos de las clases se tejen alianzas políticas -donde una de las fracciones dirige y arrastra al resto-. La lucha de clases, entonces, concluye Marx en El 18 Brumario, no es plana y horizontal, sino fraccionada y transversal.
En El 18 Brumario Marx nos habla también de Luis Bonaparte, un dictador que encabeza un golpe de Estado y permanece dos décadas al frente del gobierno francés. Este dictador era un personaje secundario, rodeado de lúmpenes, que gracias al liderazgo del Ejército se convierte en determinado momento de Francia en una especie de "árbitro" de los conflictos sociales. Una especie de "juez equidistante", que viene a solucionar y a moderar los conflictos. Entonces, como este personaje - que Marx detestaba - se llamaba Luis Bonaparte (sobrino de Napoleón) la tradición marxista, empezando por Marx y de ahí en adelante, convirtió en categoría teórica ese análisis político y lo transformó en el concepto de "bonapartismo".
En su análisis de Luis Bonaparte y de la situación francesa de aquel período, Marx plantea elementos fundamentales de su teoría política.
Por ejemplo, Marx sugiere que la mejor forma de dominación política de la burguesía, la más eficaz, es "la república parlamentaria". Para Marx república parlamentaria no es sinónimo de democracia, como sugiere la filosofía política del liberalismo. La república parlamentaria no garantiza "la libertad" sino que constituye una forma de dominación. A diferencia de la monarquía o de la dictadura militar (donde un solo sector de la burguesía domina) en la república parlamentaria es el conjunto de la burguesía el que ejerce su dominio a través del Estado y sus instituciones "representativas". Según Marx, la república parlamentaria licua los intereses particulares de las distintas fracciones de la burguesía, alcanzando una especie de "promedio" de todos los intereses de la clase dominante en su conjunto y, de este modo, logra una dominación política general, esto es: anónima, impersonal y burocrática.
En El 18 Brumario Marx además agrega que, cuando la situación política "se desborda" por la indisciplina y la rebelión popular, la vieja maquinaria republicana (con sus partidos, su Parlamento, sus jueces, su prensa "independiente"; en suma: con todas sus instituciones) ya no alcanza para mantener la dominación. En esos momentos de crisis aguda, los viejos partidos políticos de la burguesía ya no representan a esa clase social. Quedan como "flotando en el aire" y girando en el vacío. Entonces, emerge otro tipo de liderazgo político para representar a la clase dominante: la burguesía deja de estar representada por los liberales, los constitucionalistas o los republicanos y pasa a estar representada por el Ejército y las Fuerzas Armadas que, de este modo, se constituyen en "El Partido del Orden". El Ejército, entonces, aparece en la arena política como si...fuera a equilibrar la situación catastrófica, pero en realidad...viene a garantizar la reproducción de la dominación política de la burguesía. Argentina 1966, 1976, etc...

Lenin: teórico de la hegemonía

Durante el siglo XX diversos pensadores revolucionarios intentaron prolongar la reflexión de Marx. No con un interés puramente erudito, y menos "académico", sino apostando a la lucha política de los trabajadores. Tenían en mente lo que todo revolucionario debe tener: el poder.
Entre muchos otros, Lenin, unos de los más brillantes, por sus aportes teóricos y principalmente por su accionar político, investigó a fondo las fuentes del pensamiento de Marx sobre la dominación y el poder.
En un mismo movimiento, Lenin conjugó los dos modelos políticos que manejaba Marx, el del Manifiesto, y el del 18 Brumario. Contra lo que podría suponerse desde una mirada superficial o desprevenida, no eran contradictorios entre sí.
En El Manifiesto Marx estaba señalando a los grandes actores estructurales, a los principales contendientes de la lucha de clases contemporánea que se enfrentarían a largo plazo. En El 18 brumario estaba bajando a tierra ese planteo general. Lo estructural se conjugaba con lo coyuntural. La larga duración de la historia con el tiempo corto de la política. La estrategia con la táctica. Lo lógico con lo histórico.
Por eso Lenin pudo definir al marxismo, en tanto método, como "el análisis concreto de la situación concreta". Ese tipo de análisis presuponía conjugar lo general de una sociedad capitalista con lo particular, el género con la especie, lo común a todas las sociedades capitalistas con lo específico de cada una.
El concepto teórico al que apeló Lenin para dar cuanta de esa operación de Marx fue el de "formación económico social". Una sociedad puntual - supongamos la Francia de 1851, la Rusia de 1905 o la Argentina de 2003- tiene algo de común que comparte con todas las sociedades capitalistas. Y, al mismo tiempo, tiene algo de específico e irrepetible.
¿Cómo se produce la lucha de clases en una formación económico social? A través de alianzas entre fracciones de clases sociales. Cada alianza constituye una "fuerza social". (Cuando Lenin emplea el término de "alianza" no está pensando en una alianza meramente electoral, como la de la UCR y el FREPASO [dos partidos políticos burgueses argentinos], sino en una alianza en términos de intereses sociales y experiencias políticas). Al interior de cada fuerza social, hay un segmento de clase que dirige política y culturalmente al resto. Para poder dirigirlos, ese segmento social debe poder generalizar sus propios valores, su propia cultura, su propio programa político hacia el conjunto de la fuerza social. En definitiva, debe poder lograr que el conjunto de la fuerza social internalice y adopte como propia la estrategia, los valores y el programa político del segmento que dirige.
A todo ese complejo proceso, a través del cual se ejerce la dirección de la fuerza social en la confrontación política de la lucha de clases, Lenin lo denomina " hegemonía". La dominación política, entonces, no se ejerce únicamente con la violencia y la represión del Estado. También se logra a través de la dirección política y la consumación de la hegemonía.

Gramsci y las relaciones de poder

Apropiándose y retomando ese amplísimo bagaje de reflexiones, análisis y modelos de pensamiento político, Antonio Gramsci intentó pensar la hegemonía en sociedades capitalistas complejas. No sólo para aquellas donde la burguesía domina a través de una dictadura salvaje. Sino también para aquellas otras donde los segmentos hegemónicos de las clases dominantes apelan a la forma más eficaz de dominación política: la república parlamentaria (que, insistimos, no es sinónimo de "democracia", a pesar de los que nos dicen los medios de comunicación del sistema).
El principal objeto de reflexión que quitó el sueño a Gramsci, desde su juventud hasta su madurez, es el problema del poder. Al analizar el problema del poder Gramsci realizó una de las grandes innovaciones en la teoría y la filosofía política del siglo XX. Más de cuatro décadas antes de que Michel Foucault formulara su conocida -y celebrada académicamente- tesis según la cual el poder no reside en el aparato de Estado, no es una cosa sino que son relaciones, Antonio Gramsci -con menor reconocimiento académico- había llegado a una conclusión análoga.
El italiano, retomando las reflexiones de Lenin sobre las condiciones de una "situación revolucionaria", redactó uno de los pasajes fundamentales de los Cuadernos de la cárcel (Cuaderno N°13, 1932-1934): "Análisis de situación y relaciones de fuerza".
Allí Gramsci separa amarras del marxismo catastrofista según el cual de la crisis económica del capitalismo surgiría como por arte de magia la revolución socialista. El capitalismo jamás se derrumba solo, piensa Gramsci. ¡Hay que derrocarlo! Para eso hace falta un sujeto organizado que intervenga, que sea activo, que no espere pasivamente la crisis como quien espera que caiga una fruta madura de un árbol. ¿ Cómo puede intervenir el sujeto? Políticamente. Pero la intervención política no se realiza "en el aire", sino a partir de determinadas relaciones de poder y de fuerzas porque el poder no es una cosa sino que son relaciones.
La modificación de las relaciones de fuerza debe partir de una situación "económica objetiva" pero jamás de detiene allí. Si no se logra pasar al plano político general donde se trasciende la inmediatez económica corporativa -pasaje que Gramsci denomina "catarsis"- todo intento revolucionario va al fracaso. Esa fue la principal enseñanza que Gramsci extrajo de la derrota de los consejos obreros de Turín en 1920. ¿Nos servirá para pensar la actual crisis argentina y el desarrollo posterior al 19 y 20 de diciembre?

Gramsci y la hegemonía

Es entonces en esa especificidad política donde se plantea el problema de lograr la hegemonía, otro de los hilos rojos de continuidad en su obra. Al reflexionar sobre la hegemonía Gramsci advierte que la homogeneidad de la conciencia propia y la disgregación del enemigo se realiza precisamente en el terreno de la batalla cultural. ¡ He allí su increíble actualidad para operar en las condiciones abiertas por el capitalismo tardío!. Él no se adentra en la reflexión sobre la cultura para intentar legitimar la gobernabilidad consensuada del capitalismo sino para derrocarlo.
¿Qué es pues la hegemonía para Gramsci? No es un sistema formal cerrado, absolutamente homogéneo y articulado (estos sistemas nunca se dan en la realidad práctica, sólo en el papel, por eso son tan cómodos, fáciles, abstractos y disecados, pero nunca explican qué sucede en una sociedad particular determinada). La hegemonía, por el contrario, es un proceso que expresa la conciencia y los valores organizados prácticamente por significados específicos y dominantes en un proceso social vivido de manera contradictoria, incompleta y hasta muchas veces difusa. En una palabra, la hegemonía de un grupo social equivale a la cultura que ese grupo logró generalizar para otros segmentos sociales. La hegemonía es idéntica a la cultura pero es algo más que la cultura porque además incluye necesariamente una distribución específica de poder, jerarquía y de influencia. Como dirección política y cultural sobre los segmentos sociales "aliados" influidos por ella, la hegemonía también presupone violencia y coerción sobre los enemigos. No sólo es consenso (como habitualmente se piensa en una trivialización socialdemócrata del pensamiento de Gramsci). Por último, la hegemonía nunca se acepta de forma pasiva, está sujeta a la lucha, a la confrontación, a toda una serie de "tironeos". Por eso quien la ejerce debe todo el tiempo renovarla, recrearla, defenderla y modificarla, intentando neutralizar a su adversario incorporando sus reclamos pero desgajados de toda su peligrosidad.
Si la hegemonía no es entonces un sistema formal cerrado sus articulaciones internas son elásticas y dejan la posibilidad de operar sobre él desde otro lado, desde la crítica al sistema, desde la contrahegemonía (a la que permanentemente la hegemonía debe contrarrestrar). Si en cambio fuera absolutamente determinante - excluyendo toda contradicción y toda tensión- sería impensable cualquier cambio en la sociedad.
Entonces, al reflexionar analíticamente sobre las relaciones de poder y de fuerzas que caracterizan a una situación, Gramsci parte de una relación "económica objetiva", para pasar luego a la dimensión específicamente política y cultural donde se construye la hegemonía.
La conclusión a la que llega Gramsci en los Cuadernos de la cárcel, visualizando las relaciones de fuerzas en su conjunto, es la siguiente: "Se puede decir por lo tanto que todos estos elementos son la manifestación concreta de las fluctuaciones de coyuntura del conjunto de las relaciones sociales de fuerza, en cuyo terreno tiene lugar el paso de éstas a relaciones política de fuerza para culminar en la relación militar decisiva".
Por lo tanto en el pensamiento de Gramsci "economía", "política-cultura" y "guerra" son tres momentos internos de una misma totalidad social. No se pueden escindir. Son grados y niveles diversos de una misma relación de poder que puede resolverse tanto en un sentido reaccionario (manteniendo el actual tipo de sociedad) o en un sentido progresivo, mediante una revolución.
Ni siquiera los especialistas, a pesar de ser grandes conocedores de la obra del italiano, advirtieron las consecuencias que se deducían de esta concepción del poder y la política. Al separar tajantemente entre la cristalización económica por un lado - llamándola "estructura"- y la institucionalización política por el otro -llamándola "superestructura"- no se dieron cuenta que al concebir al poder en términos relacionales se podían resolver gran parte de las aporías que había dejado sin respuesta el marxismo "ortodoxo". Fundamentalmente en lo que se refiere a la lectura de El Capital de Carlos Marx.

El enemigo toma la iniciativa: la revolución pasiva

Desde Marx y Engels hasta Lenin, Trotsky y Mao, desde Mariátegui hasta el Che Guevara y Fidel, gran parte de las reflexiones de los marxistas sobre la lucha de clases han girado en torno a la necesidad de asumir la iniciativa política por parte de los trabajadores y el pueblo.
Pero ¿qué sucede cuando la iniciativa la toman nuestros enemigos ? ¿Qué hacer cuando los segmentos hegemónicos de la burguesía intentan, con medidas "progresistas", ponerse a la cabeza de los cambios para desarmar, dividir y neutralizar a los mas intransigentes y radicales?
Para pensar esos momentos difíciles, que tanto se asemejan a la situación que actualmente vive la Argentina [diciembre de 2003], Gramsci elaboró un categoría: la "revolución pasiva". La tomó de historiadores italianos, pero le dio otro significado.
La revolución pasiva es para Gramsci una "revolución-restauración", o sea una transformación desde arriba por la cual los poderosos modifican lentamente las relaciones de fuerza para neutralizar a sus enemigos de abajo.
Mediante la revolución pasiva los segmentos políticamente hegemónicos de la clase dominante y dirigente intentan meterse "en el bolsillo" (la expresión es de Gramsci) a sus adversarios y opositores políticos incorporando parte de sus reclamos, pero despojados de todo peligro revolucionario.
¿Cómo enfrentar esa iniciativa? ¿De qué manera podemos descentrar esa estrategia burguesa? La respuesta no está en un libro. La tiene que dar el movimiento popular.
Resulta relativamente fácil identificar a nuestros enemigos cuando ellos adoptan un programa político de choque o represión (pensemos en Videla o Menem...). Pero el asunto se complica cuando los sectores de poder aplican medidas "progresistas". En esos momentos, navegar en el tormentoso océano de la lucha de clases se vuelve más complejo y delicado...

* Coordinador del Seminario EL CAPITAL y la Cátedra de Formación Política Ernesto Che Guevara de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo

miércoles, octubre 11, 2006


Como vemos la RE-VUELTA de los estudiantes secundarios a empesado nuevamente, las tomas se han iniciado y las asambleas han tomado mas fuerza que nunca, era de esperarse ¿?, !pues claro¡, las posiciones secundarioas y su plan de trabajo estaba expresados desde hace ya bastante tiempo, el trabajo que en silencio estaba ocurriendo era un plan estrategico ara poder trabajar con muchas mas fuerzas con las bases y eliminar algunos vicios que se estaban desarrollando entre los dirigentes, vicios que han llevado al fracaso numeros movimientos socialiales, pero donde los secundarios no queriamos eso.
Las "tomas" de los mal llamados "colegios emblematicos" podemos encontrar un sustento super importante para el tambien mal llamado "bloque social" (
www.bloquesocial.cl), este bloque donde nuestros principales aliados nos traicionaron por posiciones partidistas e inclusive economicas ( saben de cuantos colegios es sostenedor Jorge Pavez, presidente del Colegio de Profesores, ¿?), "Fuerza social", principal sustento político de los profesores y de los universitarios como era de esperarse vendieron sus principios e ideales a un sistema (que ellos tanto reclaman), entonces hoy tenemos otros enemigos a la lista, podemos entender las "tomas" ( y el cambio de las asambleas nacioanles para primero conocer la postura traidora de los otros movimientos sociales) como medida de presión no lo hace la clase política sino también a estos grupos del BLOQUE SOCIAL para que se den cuneta y rectifiquen sus posiciones respecto a su pertenencia en el Consejo Asecor Presidencial.

Es por ellos que hacemos un llamado a todos los secundarios y no secundarios que esten preparados para que esta RE-VUELTA pinguina esten preparados y de una vez por todas cambios este modelo de educación y podamos ser lo sufiecientemente inteligentes a entender que este es el unico camino que nos queda por recorrer.

lunes, octubre 09, 2006

Hace poco dos miembros de los SECUNDARIOS SOCIALISTAS, fueron invitados a una exposición-debate en la sede de la Universidad Federico Santa María, en su calidad de dirigentes secundarios, uno como presidente de su Centros de Alumnos y el segundo como vocero regional de los estudiantes secundarios (quinta región), y en la exposición también se encontraban un vocero comunal (perteneciente a las JJCC) y otro de tendencias anarquistas (no del frente de estudiantes libertarios), este foro donde el punto esencial era la llamada “revolución pingüino” y la “política juvenil”, se enrostraron viejas disputas entre la izquierda conservadora (jjcc), anarquistas e inclusive entre los dos compañeros socialistas, (algo que realmente caracteriza a nuestro partido, los diferentes puntos de vista existente dentro de este, que inclusive pueden ser muy radicales entre si……..).
Las argumentaciones notaban la preparación intelectual de estos cuatro dirigentes secundarios, lo que nos demuestra que nuestro pasado glorioso del mes de mayo y junio no fue una obra de la nada, sino un proceso dialéctico, en los cuales la vanguardia de de nuestros queridos secundarios siempre estuvo presente, inclusive (si recordamos) en nuestra misma juventud encontramos recelos por nuestra condición cualitativa de “secundario(s)”, pero mas allá de la demostración de preparación política de los secundarios hubo un hecho que a lo menos me llamó mucho la atención, en un momento de la jornada los papeles se intercambiaron, ( se me olvidaba decir que este foro estuvo destinado hacia alumnos de intercambio, ellos en su mayoría gringos y suizos y en su mayoría mujeres y que ¡lindas mujeres!), las preguntas la hicimos nosotros, y quizás ninguno de los presentes secundarios esperamos que nos contaran que nuestra lucha tubo ecos en todas partes del mundo; en los mismos colegios secundarios de EEUU se escuchaban voces de apoyo a sus compañeros de Sudamérica, o en Francia (cuna de la revolución del mayo 68 ), nos explicaban como en muchas partes del mundo muchos otros movimientos secundarios salieron inspirados en la lucha secundaria chilena, como los cientistas-políticos de sus países explicaban la fuerza y la maduración de este proceso histórico de lucha estudiantil, como pudo mostrarse de esta manera en la cual sacudió toda las bases del sistema imperante (que a su ves es imperante en todo el mundo, bueno casi todo el mundo ).
No se imaginan la felicidad, el libido que se generó dentro nuestro, este nos llevo a creer fuertemente que el movimiento secundario no esta muerto, que el proceso revolucionario secundario esta en una nueva fase de evolución, este siempre a la vanguardia de los otros movimientos sociales, es por eso que creemos aun mas firmemente que otros chile es posible o mas bien ¡otro mundo es posible!

viernes, octubre 06, 2006

lunes, octubre 02, 2006

Para todos aquellos secundarios y no tan secundarios que sabian que lo unico que realmente servia del MERCURIO era la" ZONA DE CONTACTO" y gozaban sin ninguna duda (como yo ) del gran "Casimiro Huerta", un viejo que siempre, !siempre¡, estigmatizaba a los jovenes, como drogadictos, tontos, permasos, etc..
Aca les mando unos de sus ultimos escritos (recordemos que fue echado de aquel periodico no importanto la magnitud que su presencia ).

Por fin, pergenios retamboreados!por Casimiro Huerta ValverdeCuando pensé que estaba todo perdido, porque desde que me despidieron SIN AVISARME SIQUIERA del suplemento ése en el que publicaban estos escritos no tengo ni para comprar pan, pergenios retamboreados, me encuentro con la sorpresa de que los saquitos de brevitas están dejando la escoba en el país.Jamás pensé que iba a decir esto, pero lo voy a decir no más, miércole.LOS FELICITO, MOCOSOS TALES POR CUALES.Por fin están moviendo el tambembe por algo más que el sexito o las droguitas o los jueguitos de videíto o los celularcitos. Por fin se dejaron de creer el cuento de que los viejos macucos del gobierno y de la oposición "están de su lado", "quieren lo mejor para ustedes". Por fin, jetones tales por cuales, se decidieron a hacer ALGO por la PÉSIMA e INMORAL educación que les dan, en vez de pasarse horas de horas asesinándose las neuronas en un carrete.Tengo setenta y seis años y estoy demasiado viejo como para creer en cualquier ahueboldada. He visto demasiados jetones "idealistas" transformarse en unos CHANCHOS CULECOS o terminar con la cabeza como colador de tantas balas que les dispararon. Pero les voy a decir una cosa, molederas: yo no daba un peso por ustedes y ahora al menos estoy dispuesto a dar cinco pesos. Lo más probable es que se desinflen, que para variar, porque ustedes son TONTOS, los viejujos pillos les metan el DEDO EN EL HOCICO y les hagan creer que ganaron cuando en realidad perdieron. Pero al menos esta vez no están reclamando por burradas, y están dejando en claro que LA EDUCACIÓN EN CHILE ES UNA BUENA MIÉRCALE y que a todos los CHANCHOS millonarios que los gobiernan LES DA UNA REVERENDA RAYA la cuestión.Ya estaba bueno ya que se dieran cuenta, jetones. Durante DÉCADAS estos viejos macucos han puesto a sus prístinos jovencitos hijos millonariecitos como la última chupá del mate. Todos estos descerebrados de oro y flacas pechugonas que salen en la tele y en la radio y en los diarios, y los invitan al carrete, a "disfrutar de la vida", y a no sé qué sarta de imbecilidades más. Claro, y ahí iban todos ustedes, jóvenes RETUTAS DE SUS TATAS, con la baba cayéndoseles del hocico, a carretear. Pero resultaba que esos jetulios retamboreados PODÍAN DARSE EL LUJO DE SER IMBÉCILES porque los millones de papi en el banco los iban a situar inmediatamente en la Universidad de Huachalomo, y a punta de cuatros pelados, esos desgraciados les iban a poner la pata encima. Y ustedes, como se quedaron trasnochando y "les dio lata estudiar", de maestros chasquillas se quedaron los ahueboldos, mientras el otro, QUE ERA IGUAL DE SACO DE BREVAS QUE USTEDES, terminaba de gerente, con el jeep 4x4 ENTERRADO EN EL CULECO.Así funciona la cosa y GRACIAS A DIOS se han dado cuenta.¿Les digo una cosa, pergenios retamboreados?Dejen la SAMBA CANUTA. Que sea HISTÓRICA. Que los próximos gobiernos comandados por jetones apitutados privilegiados TIEMBLEN DE PÁNICO al recordar lo que hicieron... para que por lo menos les dé susto meterles el dedo en la boca. Porque de que se los van a hacer niños... se los van a hacer. Eso son ustedes, pobres y tristes aves: niños.Una última cosa, mocosos. Está bien que se hayan dado cuenta de cómo funciona la lesera. Pero les queda lo más difícil. El sistema es el enemigo, es cierto, pero ustedes tienen un enemigo mayor. Agarren cualquier espejo y contémplenlo, BESTIAS. SON USTEDES MISMOS. Por más paros y burradas que hagan, por más "choris" que les parezcan a los medios de comunicación, A MÍ NO ME ENGAÑAN, SARTA DE FLOJOS DE PORQUERÍA. Ahora, jetones, todo está bien, porque esto que hacen sólo pueden lograrlo capeando. Pero el día de mañana, si ganan, pedazos de animales, VAN A TENER QUE TRABAJAR Y ESFORZARSE. Y eso a ustedes sí que les da alergia.Espero tener que probarme pronto el piyama de palo, para no tener que ver como esta pequeña luz de esperanza, sicópatas drogadictos, se hace pebre en el mortero del sobajeo de lomo en que los viejos macucos son expertos y que ustedes ADORAN.Como estoy cesante, no sé cuándo churra les volveré a escribir.Adiós.
El obrero le dijo al militar progre­sista: “Buenas intenciones tal vez, pe­ro serás mandón hasta la muerte”.
El militar progresista le dijo al blanco nacionalista: “¿Querés que te sea franco? Tu reforma agraria cabe en una maceta”.
El blanco nacionalista le dijo al Batllista: “Lo que pasa es que ustedes siempre se olvidan de la gente del Interior”.
El batilista le dijo al demócrata cristiano: “Yo es­cribo dios con minúscula ¿y qué?”
El demócrata cristiano le dijo al so­cialista:“Comprendo que seas ateo, pera jamás te perdonaré que no creas en la propiedad privada”.
El socialis­ta le dijo al anarco:“¿No se te ocu­rrió pensar por qué ustedes no han ganado nunca una revolución?”
El anarco le dijo al trosco: “Son un gru­púsculo de morondanga”.
El trosco le dijo al foquista: “Estás condenado a la derrota porque te desvinculaste de las masas”.
El foquista le dijo al bolche: “También ustedes tuvieron delatores”.
El bolche le dijo al pro­chino: “Nosotros nos apoyamos en la clase obrera: ¿también en este nos van a llevar la contra?”

Y así sucesi­vamente. “Apunten ¡fuego!, dijo el gorila acomodándose el quepis, y un camión recogió los cadáveres.
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El batllista le dijo al blanco nacio­nalista: “Y bueno, hay que reco­nocer que ustedes han tenido a veces una actitud antimperialista que nos faltó a nosotros”.
El blanco naciona­lista le dijo al socialista: “Quizá a mí me falta tu obsesión por la justicia social”.
El socialista le dijo al demócrata cristiano: “Yo creo que nues­tras discrepancias acerca del cielo no tienen por qué entorpecer nuestras coincidencias sobre el suelo”.
El demócrata cristiano le dijo al anarco: “¿Sabes qué rescato yo de tus tradiciones? Ese metejón que tienen ustedes por la libertad”.
El anarco le dijo al prochino: “Pensándolo mejor no está mal que se abran las cien flores”.
El prochino le dijo al bolche: “¿Qué te parece si hacemos una ex­cepción y coincidimos en eso de la justicia social?”
El bolche 1e dijo al trosco: “Ojalá fuera cierto lo de la revolución permanente”.
El trosco le dijo al foquista: “¡Ustedes por lo menos se arriesgan, carajo!”
El fo­quista 1e dijo al militar progresista: “No creo que ustedes, como institu­ción, vayan alguna vez a estar del la­do del pueblo. Pero puedo creer en vos como individuo”.
El militar pro­gresista le dijo al obrero: “Cuando suene aquello de Trabajadores del mundo uníos, ¿me hacés un lugarci­to?”

Y así sucesivamente.“Apunten” dijo el gorila acomodándose el quepis. Entonces los soldados le apuntaron a él. Por las dudas no gri­tó: “¡Fuego!” Se quitó el quepis, lo arrojó a la alcantarilla, y algo descon­certado se retiró a sus cuarteles de invierno.