lunes, octubre 02, 2006

El obrero le dijo al militar progre­sista: “Buenas intenciones tal vez, pe­ro serás mandón hasta la muerte”.
El militar progresista le dijo al blanco nacionalista: “¿Querés que te sea franco? Tu reforma agraria cabe en una maceta”.
El blanco nacionalista le dijo al Batllista: “Lo que pasa es que ustedes siempre se olvidan de la gente del Interior”.
El batilista le dijo al demócrata cristiano: “Yo es­cribo dios con minúscula ¿y qué?”
El demócrata cristiano le dijo al so­cialista:“Comprendo que seas ateo, pera jamás te perdonaré que no creas en la propiedad privada”.
El socialis­ta le dijo al anarco:“¿No se te ocu­rrió pensar por qué ustedes no han ganado nunca una revolución?”
El anarco le dijo al trosco: “Son un gru­púsculo de morondanga”.
El trosco le dijo al foquista: “Estás condenado a la derrota porque te desvinculaste de las masas”.
El foquista le dijo al bolche: “También ustedes tuvieron delatores”.
El bolche le dijo al pro­chino: “Nosotros nos apoyamos en la clase obrera: ¿también en este nos van a llevar la contra?”

Y así sucesi­vamente. “Apunten ¡fuego!, dijo el gorila acomodándose el quepis, y un camión recogió los cadáveres.
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El batllista le dijo al blanco nacio­nalista: “Y bueno, hay que reco­nocer que ustedes han tenido a veces una actitud antimperialista que nos faltó a nosotros”.
El blanco naciona­lista le dijo al socialista: “Quizá a mí me falta tu obsesión por la justicia social”.
El socialista le dijo al demócrata cristiano: “Yo creo que nues­tras discrepancias acerca del cielo no tienen por qué entorpecer nuestras coincidencias sobre el suelo”.
El demócrata cristiano le dijo al anarco: “¿Sabes qué rescato yo de tus tradiciones? Ese metejón que tienen ustedes por la libertad”.
El anarco le dijo al prochino: “Pensándolo mejor no está mal que se abran las cien flores”.
El prochino le dijo al bolche: “¿Qué te parece si hacemos una ex­cepción y coincidimos en eso de la justicia social?”
El bolche 1e dijo al trosco: “Ojalá fuera cierto lo de la revolución permanente”.
El trosco le dijo al foquista: “¡Ustedes por lo menos se arriesgan, carajo!”
El fo­quista 1e dijo al militar progresista: “No creo que ustedes, como institu­ción, vayan alguna vez a estar del la­do del pueblo. Pero puedo creer en vos como individuo”.
El militar pro­gresista le dijo al obrero: “Cuando suene aquello de Trabajadores del mundo uníos, ¿me hacés un lugarci­to?”

Y así sucesivamente.“Apunten” dijo el gorila acomodándose el quepis. Entonces los soldados le apuntaron a él. Por las dudas no gri­tó: “¡Fuego!” Se quitó el quepis, lo arrojó a la alcantarilla, y algo descon­certado se retiró a sus cuarteles de invierno.

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