miércoles, noviembre 02, 2005

NuEsTroS MARtIReS




SoMoS HiJOs dE CaRLOs lOrCa

Carlos Enrique Lorca Tobar, constituye en la memoria de los socialistas un ejemplo de consecuencia y valor. Médico siquiatra, nacido el 19 de noviembre de 1944, fue el máximo dirigente de la Juventud Socialista de Chile, integrante de la Comisión Política del Partido y uno de los Diputados más jóvenes al momento de producirse el golpe de Estado de 1973. Presidió el Centro de Alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, y en marzo de 1973, fue electo Diputado por la vigésima segunda agrupación departamental de Valdivia, Panguipulli, La Unión y Río Bueno, integrando en la Cámara de Diputados las comisiones de Defensa Nacional y de Educación, Física y Deportes. Cuando el exilio, la prisión y la muerte diezmaron la dirigencia socialista los días posteriores al Golpe, no titubeó un instante en asumir con valentía y decisión la tarea de reconstruir el PS. Junto a Exequiel Ponce y Ricardo Lagos Salinas, asumió la Dirección Nacional Clandestina de nuestro Partido.
El 25 de junio de 1975, Carlos tenía 30 años de edad y un hijo. Alrededor de las 16:00 horas, en la casa ubicada en calle Maule N°130, fue detenido junto a la compañera Carolina Wiff Sepúlveda, por 8 agentes de la Dina.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Somos hijos de Carlos Lorca, y por eso debemos consytriur un chile mas igualistario;
a luchar por lorca¡¡¡¡¡

Anónimo dijo...

HOMENAJE EN MEMORIA DE EX DIPUTADO DON CARLOS LORCA TOBAR.

El señor ASCENCIO (Presidente).- A continuación, y por acuerdo de los Comités, corresponde rendir homenaje al ex diputado don Carlos Lorca Tobar.
Se encuentran en la tribuna de honor don Raúl Lorca Tobar, hermano de nuestro homenajeado, y otros invitados.
En nombre de la Democracia Cristiana, tiene la palabra el diputado señor Exequiel Silva.
El señor SILVA (de pie).- Señor Presidente, estimados colegas, mis primeras palabras son para saludar a los familiares de Carlos Lorca Tobar y a sus compañeros de partido.
Hoy rindo homenaje a don Carlos Lorca Tobar, en nombre de la bancada de la Democracia Cristiana, pero también en mi calidad de diputado por la misma zona que él representara en esta Cámara y en el de todos los ciudadanos y ciudadanas de la provincia de Valdivia que lo tienen en su memoria.
Carlos Lorca Tobar, hijo de una familia de clase media de cinco hermanos, ingresó a la Juventud Socialista en 1965. En 1968 fue elegido presidente del centro de alumnos de la carrera de Medicina de la Universidad de Chile y al año siguiente pasó a ser Secretario General de la Federación de Estudiantes. Posteriormente, fue designado secretario general de la Juventud Socialista y, en 1973, elegido diputado por la provincia de Valdivia.
Casado, un hijo, de profesión médico psiquiatra, el 25 de junio de 1975 fue detenido por ocho agentes de la Dina, junto a Modesta Wiff Sepúlveda, también militante socialista. Varios son los testigos de su detención y de su paso por Villa Grimaldi, donde, al igual que muchos, fue brutalmente torturado sin ninguna consideración a sus graves problemas de salud, particularmente de coagulación, que padecía desde hace mucho tiempo. Allí se perdió su rastro hasta el día de hoy.
Carlos Lorca era un hombre de estudio y reflexión, pero tenaz y apasionado en sus convicciones, con una mirada que siempre iba más allá de la contingencia. Por eso, la formación de los jóvenes de su partido fue una de sus grandes contribuciones.
Carlos Lorca Tobar era un hombre sencillo, lejos de las figuraciones; quizás por eso amalgamó tan bien con la gente del sur, esa gente callada, pero de gran corazón y compromiso, acostumbrada a luchar contra las adversidades; quizás por eso elegiste el sur; quizás por eso el sur te eligió a ti.
Seguramente, caminaste muchas veces por la orilla de los ríos pensando en un Chile mejor; seguramente, a la sombra de los bosques milenarios conociste los relatos de los obreros forestales del complejo maderero Panguipulli; seguramente, la lluvia intensa te acompañó en las largas charlas con los jóvenes, a quienes siempre quisiste transmitir tus ideales.
Carlos Lorca, en Valdivia, no sólo una plaza lleva tu nombre. Vives en la memoria de mucha gente que conoció tu actuar, que hoy tiene surcos en el rostro por el paso de los años y el dolor de un sueño frustrado. También estás en la memoria de muchos hombres y mujeres jóvenes que, en circunstancias distintas y de diferentes tiendas políticas, hoy queremos seguir luchando por un Chile más justo e igualitario.
Carlos Lorca, donde estés, estoy seguro de que te acompañan los humildes campesinos de Chihuio, los obreros forestales de Panguipulli, los jóvenes universitarios y los pobladores que compartieron tus sueños. Aquí en la tierra, quienes seguimos recorriendo los campos y los bosques de Valdivia, quienes seguimos bajo la lluvia por la orilla de los ríos del sur, seguiremos exigiendo saber dónde estás. ¡Dónde está el diputado Carlos Lorca! Seguiremos luchando por conocer la verdad, seguiremos luchando por un Chile mejor donde los sueños nunca más queden truncos por la irracionalidad de la violencia.
Carlos Lorca Tobar, tus ideales de una sociedad mejor siguen vivos igual que ayer.
He dicho.
(Aplausos).
El señor NAVARRO (Vicepresidente).- En nombre de la Unión Demócrata Independiente, hará uso de la palabra el diputado señor Gastón von Mühlenbrock.
El señor VON MÜHLENBROCK (de pie).- Señor Presidente, honorables colegas, distinguida familia de don Carlos Lorca Tobar:
Este hombre, hijo de una familia de clase media, ya a la edad de 20 años decide dar un paso que, sin duda, le cambiaría la vida, cual es ingresar a las juventudes socialistas.
Sus características de líder lo llevan a ser elegido presidente del centro de alumnos de la carrera de Medicina de la Universidad de Chile; posteriormente, pasó a ser miembro de la Federación de Estudiantes de esa casa de estudios donde ocupó el cargo de secretario general de la FECH.
En su vida partidaria, en un encuentro nacional de la Juventud Socialista fue designado por unanimidad Secretario General, cargo que mantuvo hasta el año 1973, año en el que es elegido diputado por la provincia de Valdivia.
Quizás para muchos de los colegas que hoy me escuchan les puede resultar incómodo que yo, en mi calidad de diputado de la Unión Demócrata Independiente, le rinda un homenaje a don Carlos. No obstante, es mi deber, primero, como hombre, y luego, como diputado, señalar desde este podio, con absoluta convicción, que don Carlos Lorca Tobar y muchos otros compatriotas no debieron nunca haber perdido la vida por sus ideales.
Creo que el sacrificio de este ex diputado por las ciudades de Valdivia, Panguipulli, La Unión y Río Bueno nos ha enseñado que el odio, provenga de donde provenga, no conduce absolutamente a nada. Muy por el contrario, nuestro país sufrió este mal y, lamentablemente, sus efectos más dramáticos se hicieron sentir en la persona de don Carlos y de muchos otros.
Quienes conocieron a don Carlos Lorca lo definen como una persona con coraje, valentía e integridad únicos; un ser humano que nunca traicionó sus principios e ideales.
Sencillamente, esas cualidades bastan a sí mismas para que pronuncie estas sencillas palabras en reconocimiento de un chileno que perdió la vida por lo que creía.
En representación de mi bancada, adhiero al homenaje que la Cámara de Diputados rinde a don Carlos Lorca Tobar. Creo firmemente que su sacrificio no debe ser objeto de división, sino, muy por el contrario, de unión.
Ojalá que el dolor de su familia sea un ejemplo para que nunca más nos enfrentemos en este país con tal grado de odio que nos lleve a atentar contra la vida de chilenos que piensan distinto.
Es de esperar que su muerte sea un ejemplo para las nuevas generaciones de políticos de que deben actuar con responsabilidad y pensando siempre en el bien superior de nuestro querido Chile.
He dicho.
-Aplausos.
El señor NAVARRO (Vicepresidente).- En el tiempo del Comité del PPD, tiene la palabra el diputado señor Enrique Accorsi.
El señor ACCORSI (de pie).- Señor Presidente, en nombre de los diputados y diputadas del Partido por la Democracia, rindo el más sincero homenaje en memoria de quien fuera nuestro colega, el ex diputado del Partido Socialista por Valdivia doctor Carlos Lorca Tobar.
Como testimonio especial, por ser también médico, puedo decir que conocí muy de cerca su labor desempeñada en Valdivia.
El próximo sábado 25 de junio se cumplirán 30 años desde que fuera detenido por agentes de la Dina, quienes lo hicieron desaparecer previa aplicación, según testimonios judiciales, de largos interrogatorios y torturas.
Carlos Lorca se recibió de médico cirujano y siquiatra con apenas 26 años. Ha sido considerado como un ejemplo para las generaciones de los jóvenes socialistas y médicos.
Quienes lo conocieron personalmente, resaltan su nobleza, su profundo sentido de la responsabilidad política y la forma tan especial en que inculcaba a quienes lo rodeaban el valor del estudio, de la reflexión seria; incluso, de la moderación, cuando el país entero vivía momentos de exaltación extrema.
Al producirse el golpe de Estado, se sumergió en la clandestinidad y asumió el desafío y riesgo enorme de la rearticulación política de las diezmadas huestes socialistas.
Junto a Exequiel Ponce, fue detenido en una gran operación represiva de la Dina, comandada por el general Manuel Contreras, después de allanar su domicilio.
Fueron por él porque era necesario aniquilar toda la dirección clandestina del Partido Socialista de Chile. De esa forma, la dictadura aseguraba su posición de poder: matando, torturando y haciendo desaparecer a muchos seres humanos.
Tras su detención, es posible seguir la huella de Carlos Lorca por Villa Grimaldi, donde consta que fue torturada con violencia inusitada por el fatídico Osvaldo Romo.
En ese momento, siguiendo un patrón de conducta permanente, la Corte de Apelaciones de Santiago rechaza un recurso de amparo en su favor, y el general Benavides dice que el gobierno no sabe nada de él.
Sin embargo, con el correr de los años y a medida que avanzan las pesquisas judiciales sobre la ex Colonia Dignidad y su colaboración con la Dina, como lo hemos conocido en estos días, ha sido posible establecer que fue visto por última vez dentro de ella el año 1975.
Hoy, cuando comienza a descorrerse el velo definitivo sobre este enclave, se han desenterrado decenas de cajas con información sobre la relación de altos funcionarios de la dictadura y connotados hombres públicos de la zona y de la capital, quienes frecuentaban la Colonia para disfrutar de las atenciones que les proporcionaba Paul Schaefer. De esa manera, surge la esperanza de dar con el paradero de sus restos.
Carlos Lorca no merecía morir. Hoy su familia y compañeros de ruta exigen, al menos, saber dónde fueron arrojados o mal sepultados los restos del joven revolucionario que no dudó en perder todo: mujer, hijo, la vida, por seguir sirviendo a su patria prisionera.
En este momento lleno de solemnidad y en nombre del Partido por la Democracia, entregamos nuestro abrazo solidario a la familia del ex diputado señor Carlos Lorca, quienes nos acompañan en tribunas, y a su partido que, orgullosamente, ha eternizado su nombre a través del contingente en donde realizan la premilitancia los jóvenes que pretenden ingresar a sus filas.
Ejemplos como los de Carlos Lorca demuestran la diferencia y la estatura moral que, quiéranlo o no, tenemos con la Derecha, ayer fascista y hoy disfrazada de populista.
He dicho.
-Aplausos.
El señor NAVARRO (Vicepresidente).- En el tiempo del Comité de Renovación Nacional, tiene la palabra el diputado señor Roberto Delmastro.
El señor DELMASTRO (de pie).- Señor Presidente, estimados colegas, familia y amigos de Carlos Lorca Tobar:
En nombre de Renovación Nacional, me ha correspondido homenajear al ex diputado por Valdivia, Panguipulli, La Unión y Río Bueno, don Carlos Lorca Tobar.
Son numerosos los homenajes que ha realizado la Cámara de Diputados a las víctimas de la represión y de las violaciones a los derechos humanos. De igual forma, los diversos proyectos de reparación de las víctimas han traído a esta Sala el recuerdo de muchas personas que vieron vulnerados sus derechos esenciales.
Otro hito doloroso de nuestra historia han resultado las constataciones de que dieron cuenta los informes respecto de situaciones de detenidos-desaparecidos y de las víctimas de torturas en su diferentes formas. Sin duda, resulta particularmente doloroso lo señalado para el Partido Socialista al cual perteneció Carlos Lorca, quien sufrió el odio y la brutalidad de una época pasada de nuestra historia.
Tal vez y con la intención de dar un sentido dinámico a la natural tristeza que impone este homenaje a Carlos Lorca, por los trágicos episodios que rodearon su muerte, cabría hacer el ejercicio de preguntarnos: ¿Qué haría hoy Carlos Lorca y qué asuntos llamarían su atención y concentrarían su acción?
Sin duda, la situación universitaria coparía gran parte de su interés y de su gran inteligencia. Fue un dirigente universitario de marca mayor. Directivo del centro de alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y secretario general de la Federación de Estudiantes de ese plantel.
El liderazgo y el rigor intelectual eran en esa época las exigencias mínimas para desempeñarse como dirigente. Pues bien, en ese entorno Carlos Lorca destacó. Hoy tendría una posición definida, documentada y reflexionada respecto de los problemas de la educación superior. ¿En qué posición estaría? Difícil sería definirlo, pero sí estoy seguro de que estaría lejos del panfleto y del eslogan, que todo confunde y nada construye.
Los problemas que afectan a la salud en Chile también se contarían entre sus inquietudes centrales. Su formación como médico la entendería como un mandato para colaborar como especialista en la discusión de fondo respecto de la salud chilena.
¿Qué opinión tendría? ¿Quiénes lo acompañarían en su posición? Un verdadero enigma, pero, sin duda, don Carlos Lorca estaría distante de aquellos que ven dicha profesión lejos de la gente más necesitada. Como psiquiatra no encontraría sosiego frente a la realidad espantosa de miles de jóvenes de nuestro país que mueren lentamente en la esclavitud de la droga.
En su calidad de representante por Valdivia, su intelecto buscaría con agudeza la fórmula de generar más y mejores empleos estables, en armonía y con respeto con y por el medio ambiente.
¿Coincidiríamos? Lo más probable es que las soluciones a las encrucijadas políticas actuales nos encontrarían en posiciones distintas -o tal vez no-; pero de lo que no hay duda es de que él estaría preocupado de los temas centrales, de la médula, y no de lo accidental o secundario.
He querido compartir con la Sala este esfuerzo de imaginación, en el afán de hallar un sentido actual al testimonio de Carlos Lorca, que no puede ser otro que recoger las prioridades que determinarían su acción si hoy se encontrara entre nosotros.
Vaya este modesto homenaje y el recuerdo del sur valdiviano a sus amigos, a sus colegas, a su partido y a su familia.
He dicho.
-Aplausos.
El señor NAVARRO (Vicepresidente).- En el turno del Comité Socialista y Radical, tiene la palabra el diputado señor Camilo Escalona.
El señor ESCALONA (de pie).- Señor Presidente, queridos familiares de Carlos Lorca, diputadas y diputados, las bancadas del Partido Socialista y del Partido Radical Social Demócrata me honran al entregarme la confianza de decir estas palabras en homenaje a nuestro diputado Carlos Lorca Tobar.
Carlos Lorca fue diputado sólo por poco tiempo, no alcanzó a ejercer cuatro meses, ya que el golpe de Estado y la clausura del Congreso Nacional le impidieron representar por el período por el cual fue elegido a la gente de Valdivia, a sus pescadores, a los productores campesinos, a los trabajadores del complejo maderero de Panguipulli, a los empleados públicos y del comercio, a la muchedumbre sencilla, pero sedienta de justicia social, que lo había elegido diputado.
Carlos Lorca se había hecho parte de ellos tal como era: un estudioso, un intelectual, un pensador, un hombre pacífico que sufrió las consecuencias de una guerra declarada por algunos que tenían el control del poder en contra gente como él, que tenía sus manos vacías y cuya única trinchera era el sueño de un país sin dictadura.
Fue un político responsable. Soy testigo de que hizo todo lo que pudo para que en Chile no hubiera golpe de Estado y se salvara el régimen democrático, pero fuerzas fuera de control precipitaron la tragedia y el horror.
Fue campeón de ajedrez de la Universidad de Chile, mateo, casi ascético, fumador empedernido, lector inagotable, vocal de la Federación de Estudiantes de Chile y líder de la Juventud Socialista, en la que ocupó el cargo de secretario general entre 1971 y 1973.
Carlos Lorca, dotado de una voluntad de hierro, prefirió resistir a exiliarse y afrontar la más dura de las exigencias para lograr que su partido, el Socialista, y que la izquierda chilena, en su conjunto, se reorganizaran en la clandestinidad en la que se hallaban en forma obligada en ese tiempo, a fin de que, junto con todas las fuerzas antidictatoriales, fueran capaces de reinstalar la democracia en Chile. Entre septiembre de 1973 y junio de 1975 eludió dramáticamente la represión; lo hizo sin recursos, sólo con la ayuda de un puñado de luchadores, como él.
Tal vez el siguiente relato, que leeré con su venia, señor Presidente, sirva para captar qué ocurría durante esos meses:
“Máximo colaboraba con la resistencia antipinochetista en el momento más duro de la represión. Era muy joven se empinaba recién sobre los 20 años y ante la magnitud de la tragedia nacional que lo desbordaba muy, pero muy ampliamente, se entregaba valientemente al esfuerzo de ayudar a reunir y juntar las diezmadas estructuras directivas de los partidos de izquierda.
Hablamos de los años 74, 75 y 76. La Dina el año 1974 había destruido al MIR, el año 75 demolido al Partido Socialista y el año 76 le iba a tocar el turno al Partido Comunista.
En los ajetreos en que estaba inmerso le correspondió organizar una reunión muy riesgosa y delicada a la que debía concurrir Carlos Lorca, médico y diputado que permanecía dentro de Chile en la resistencia de la dictadura. Por su condición de ex parlamentario y líder de la Juventud Socialista era figura emblemática de la acosada oposición de izquierda.
Las personas que se arriesgaban eran muy pocas.
Nadie prestaba su casa o eran muy escasos aquellos que se atrevían a hacerlo, de modo que a Máximo no le quedó otra alternativa que organizar tan importante reunión en su propia casa, un hogar de clase media, de familia democratacristiana. Decirlo o pensarlo era fácil, pero hacerlo, muy difícil. Su casa era su hogar, pero no en el sentido de propiedad. La misma era de sus padres, con quienes vivía, junto a una numerosa familia que se enorgullecía de tener en su seno a un numeroso grupo de hermanos y hermanas, de modo que el día indicado, para la reunión, alerta al timbre de entrada, Máximo esperaba, tenso y nervioso, a sus singulares invitados. Había inventado, como “leyenda”, que ese encuentro era una cita de estudio, pero no concordaban las edades de los invitados, ni sus vestimentas, ni su lenguaje, más aún cuando los congregaba en su propio dormitorio y, luego, debía salir del mismo, dadas las estrictas normas de reserva que eran fundamentales para la sobrevivencia de aquellos arriesgados luchadores. Máximo abrió la puerta a uno de los asistentes a la reunión; se dio cuenta de inmediato de que era Carlos Lorca, al que distinguía por haber sido dirigente estudiantil, pero instantáneamente grabó en su mente su aspecto físico: flaco, frágil, vestido con un viejo abrigo que remarcaba una situación de empobrecimiento y debilidad como consecuencia directa de la cacería humana que se descargaba en contra de su persona. Sintió un sacudón en el alma.
Lorca es de la personificación de una lucha sin retorno dada al límite de sus fuerzas por aquellos chilenos temerarios. Se fundían en él la convicción definitiva de una decisión irrevocable y la certeza del hombre que sabe que enfrenta un destino inesquivable. Era Chile, en 1975. Mientras algunos amasaban las enormes fortunas de futuros conglomerados económicos y otros guardaban silencio ante el drama de los derechos humanos, mientras algunos se desentendían o simulaban no saber, mientras el cinismo y una cobarde hipocresía ocultaban una situación terrible, Carlos Lorca se preparaba para llegar al final. Sabía que resistir significaba que era imposible escapar.
Máximo, el joven que narra este relato, aún observaba a aquel ser humano agotado, pero indomable, cuando escuchó la voz de su madre que lo distraía de su preciosa tarea de resistencia para solicitarle: “Por favor, pide a tus amigos que nos ayuden a subir la estufa al segundo piso”. Fue así como, con Carlos Lorca incluido, aquellos jóvenes resistentes ayudaron a resolver esa tarea hogareña tan simple, pero tan profunda.
Obligado, por la violencia implacable de quienes lo perseguían sin tregua, a vivir sin hogar, Carlos Lorca pudo al menos, por unos cuantos minutos, disfrutar del ambiente familiar que en esas terribles circunstancias le estaba prohibido. Pocas semanas después, hace ya treinta años, llegó la hora en que fue capturado, torturado y hecho desaparecer para siempre con su viejo abrigo y una llama libertaria inagotable en su corazón.
He dicho.
-Aplausos en la Sala y en las tribunas.
El señor ASCENCIO (Presidente).- De esta manera, la Cámara de Diputados ha rendido homenaje al ex colega señor Carlos Lorca Tobar.
Agradecemos a sus familiares y amigos su presencia en las tribunas. Asimismo, a los señores diputados que han rendido este homenaje.